La pasada edición de Búsqueda Agro puso en tapa un debate fundamental para Uruguay que parecería estar ocurriendo entre parte del Poder Ejecutivo e INAC.
Por un lado, el plan estratégico de INAC que se autoimpone metas de crecimiento en la cantidad de carne producida. De acuerdo a la nota de Búsqueda, INAC entiende que hay una contradicción entre las metas de crecimiento del sector cárnico de Uruguay y por ejemplo el Methane Pledge, el compromiso por el metano que Uruguay y otros 154 países han firmado.
Las fuentes consultadas por Búsqueda, tanto del sector productivo, como industrial y técnico, aseguraron que el país está “cercenando” su producción y desarrollo.
El plan estratégico de INAC establece que “la función del INAC es la construcción de visiones compartidas entre los principales agentes económicos de la cadena, para formular, asesorar y ejecutar políticas sectoriales que mejoren la competitividad de las empresas, contemplando el contexto macroeconómico vigente». Visiones compartidas en este momento, no hay. Porque el Ministerio de Economía y de Ambiente han avanzado en la firma de acuerdos que buscan compatibilizar las políticas del país con los Acuerdos de París que buscan llevar al conjunto de los países a la neutralidad de emisiones en 2050. Varios actores relevantes de la cadena están activamente trabajando para una baja de emisiones de metano, una palabra que INAC prefiere ni siquiera nombrar.
Uruguay ha hecho bien al firmar el Compromiso Mundial sobre el Metano que se lanzó en la COP26 en noviembre de 2021 para catalizar acciones para reducir las emisiones de este gas que tiene un poder calentante mucho mayor al de CO2. Liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, el Compromiso cuenta ahora con 155 países participantes. Al unirse al Compromiso, los países se comprometen a trabajar juntos para reducir colectivamente las emisiones de metano en al menos un 30% por debajo de los niveles de 2020 para 2030.
Ciertamente eso para la ganadería eso es un desafío porque los rumiantes emiten metano. Nueva Zelanda investiga distintas estrategias para lograr ese objetivo: genética, distintos componentes de raciones, analiza la genómica de los microorganismos del rumen para ver cual de toda esa biodiversidad genera más emisiones, entre otras estrategias.
Bajar las emisiones totales de metano hasta 2030 es de alta importancia porque recortes veloces de metano pueden generar un efecto de enfriamiento neto en un período relativamente corto. Esto podría mantener la puerta abierta a una estabilización de 1,5 °C en el aumento de las temperaturas medias globales, mientras el mundo busca reducciones duraderas de CO2.
A los consumidores informados, de alto poder adquisitivo, que son los clientes objetivos de Uruguay si quiere aumentar el precio de venta de la carne exportada, estos temas suelen interesarles sobremanera.
Ya que tenemos más de la mitad del territorio todavía como campo natural, y dado que no quemamos un solo árbol para hacer ganadería, si pudiéramos decir al mundo eso y que además nos esforzamos por bajar las emisiones de metano, a los consumidores exigentes les cerraría el concepto, además verificado con trazabilidad.
Pero en lugar de ese crecimiento cualitativo, que apuesta a una mayor facturación por una mejora del precio, las metas de INAC son cuantitativas.
El Compromiso Mundial sobre el Metano ha reunido a la gran mayoría de los países democráticos del mundo, que entienden la pesadilla que se aproxima por el calentamiento global.
Uruguay podría no firmarlo y producir como se le antoje. Es una especie de libertarianismo cortoplacista que no entiende que está hipotecando el futuro de sus nietos o no le importa o elige forzarse a no creer lo evidente: si no estabilizamos el clima no hay futuro.
Según INAC hay “proteccionismo climático” como si se tratase de un antojo. Es un proteccionismo de nuevo tipo que refiere a proteger a los niños del presente de un desastre sin precedentes cuyos síntomas son inequívocos: sequías brutales que en pocas semanas pasan a inundaciones o a vendavales que matan a niños y adultos.
Se puede no firmar ese compromiso y pasar a ser parte de un club de los rebeldes que quieren emitir cuanto metano se les antoje. Pasamos a ser socios de un club de parias que en América integran Venezuela, Bolivia, Paraguay y Guatemala. Fuera de fronteras, se niegan a firmar este compromiso Rusia, Irán y Siria…Como estrategia de valorización de la carne, es dudosa.
Por otra parte, bajar el metano no es necesariamente incompatible con crecer. Con las mismas vacas se puede producir más terneros -los últimos resultados reproductivos dan muestra de ello-. Bajando la edad de faena se pueden tener menos animales y producir más. Un buen precio de exportación es lo que permite acelerar el engorde.
También hay mucho para crecer en aves, cerdos y ovinos, incluso poblacionalmente, y son animales bajos en emisiones de metano.
En carne vacuna de lo que se trata es de vender la mejor carne del mundo y eso solo es posible bajando el metano emitido, en términos absolutos. Lo que técnicamente se llama mitigar.
INAC enarbola un argumento numérico, de acuerdo a las fuentes de la nota “Cumplir las metas ambientales le daría al país un beneficio de apenas US$ 12 millones en quitas de intereses, mientras que lograr los objetivos del plan estratégico permitiría aumentar la facturación en US$ 1.000 millones.”
Esa es una parte de la valuación que por un lado deja de lado los intangibles. Porque el precio de ser parte del club de Venezuela e Irán, tiene su costo. No por la ideología, el autoritarismo o la pobreza generalizada en la que han caído esos países, sino porque iguala a la carne con el petróleo bajo la actitud de “yo contamino y qué”. Habrá que crecer mucho en volumen, porque en precio será difícil mejorar. Los consumidores cada vez perciben más claramente la realidad de la crisis climática y entienden cada vez mejor lo grave del futuro si no se toman medidas.
Es posible entender que desde Cancillería no haya interés en formar parte del club de Venezuela, Siria, Irán. Es posible entender que un Ministerio de Economía que tiene que interactuar con el mundo de las finanzas globales tampoco se vea muy motivado en subirse a ese tren. Para el Ministerio de Ambiente directamente sería un papelón.
En el mundo perciben que hacemos un esfuerzo en investigación y desarrollo para mitigar emisiones.
En ese sentido vale la pena ver lo que sigue haciendo en silencio Nueva Zelanda: investiga la genética, el manejo de las excreciones, la alimentación, el genoma del rumen, y todo lo que esté a su alcance para ir disminuyendo el metano emitido, que es lo único que importa para un niño o adolescente del presente: que la ganadería emita menos, en términos absolutos.
De modo que los equipos del Poder Ejecutivo, de distintos ministerios que han adherido al compromiso y se proponen cumplirlo le están haciendo un gran favor a la carne: permitir su valorización de corto, mediano y largo plazo. Que por otra parte no es incompatible con la eficiencia y la mejora de la productividad.