El BROU acordó pagar el precio base de US$ 6 millones que fijó la firma rematadora del Frigorífico Florida, pero seguirá negociando con el grupo familiar argentino Lequio, que tiene interés firme en la compra.
El grupo Lequio viene creciendo fuerte en Argentina y un año atrás compró Carnes Pampeanas al grupo Cresud. Es propietario del frigorífico Alberti y segun el portal argentino Bichos de Campo, tienen el sueño de manejar un frigorífico que pueda exportar sin restricciones.
El grupo comandado por los hermanos Federico y Leonardo Luis Lequio tiene grandes planes para dos compañías de franquicias de “Tiendas de Carne” –como ellos las denominan– dedicadas a comercializar cortes bovinos (“Al Fuego”) y porcinos (“La Casa del Cerdo”).
“Tenemos diez tiendas franquiciadas en Rosario y Gran Rosario, nueve en Paraná (Entre Ríos) y reservas para expandirnos a las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Mendoza”, dijo a Bichos de Campo Leonardo Lequio. “El objetivo es un plan de aperturas de cien franquicias».
El negocio fue iniciado en la década del ’40 del siglo pasado por José Esteban Domingo Lequio, quien retiraba subproductos bovinos de los frigoríficos localizados en Villa Gobernador Gálvez (que en aquella época eran considerados desechos) para agregarles valor.
Así fue como surgió la empresa madre del grupo, dedicada a elaborar harina de carne, sebo bovino, tripas naturales para embutidos, juguetes comestibles para mascotas, menudencias porcinas gourmet y subproductos con usos farmacéuticos, como heparina cruda, bilis bovina concentrada y páncreas, entre otros.
El inmueble es de 14 hectáreas, 6.000 metros cuadrados de planta industrial y maquinarias.
La deuda de la firma Clademar, que compró el frigorífico en 2014 con un crédito del Banco República asciende a US$ 10 millones. El grupo inversor venezolano pagó solo una cuota.
La compra en su momento se efectivizó por US$ 7 millones.
Las instalaciones rematadas están en buen estado. Tanto el BROU como la Intendencia y la Junta Departamental de Florida acordaron que el remate fuera “más social que financiero”, conservando la unidad productiva con habilitaciones vigentes que requieren un cambio de titularidad para su rápida reapertura.