El Indicador de Mercados del Este (IME) cayó 3,4% y cerró a US$ 7,48 por kilo base limpia en la última semana lanera de la temporada 2022/23 en Australia, el precio más bajo desde setiembre de 2020.
El indicador bajó 24,2% durante la zafra, con pérdidas mayores en el extremo más fino, de hasta 33% para las lanas Merino superfinas de 16,5 micras.
Las lanas de 28 micras que componen el grueso de la producción de Uruguay concluyeron la temporada a un promedio de US$ 2,05 y retrocedieron 26,6% respecto al año anterior. En este rango el precio se acerca cada vez más al de las lanas de 32 micras que, si bien tienen un mercado marginal, muestran una suba de valores de 9% al cabo del año agrícola para promediar US$ 1,66 por kilo.
Entre las lanas finas las más estables fueron las de 20 micras, que bajaron solo 11%, muy por debajo del promedio.
Las ventas totales de lana en la temporada fueron 0,8% superiores a las de la zafra 2021/22 y, como consecuencia de la caída de precios, que se acentuó a partir de febrero de este año, la facturación cayó 11%. El valor promedio del indicador IME fue de US$ 8,73 entre julio de 2022 y junio de 2023, un período en el que nunca alcanzó los US$ 10, eje en el que se mantuvo durante todo el año 2021 y la primera mitad de 2022.
En la última semana de junio, en el mercado local se reportaron negocios por lotes de lana Ideal de entre 22,5 y 23 micras con precios en el entorno de US$ 4 por kilo base sucia.
La lana atraviesa una situación crítica al menos desde 2018, cuando en el marco de una “guerra comercial” Estados Unidos impuso medidas arancelarias que desalentaron los productos textiles, lo que resintió el mercado mundial de la materia prima, agravado por una caída de demanda y de precios a partir de la pandemia de Covid 19 (marzo de 2020) que no se ha recuperado.
Actualmente, la demanda de lana se está viendo afectada por un gasto de los consumidores más débil a nivel mundial. “Esto se siente más en el mercado interno chino, ya que ese país compra aproximadamente el 80% de la lana de Australia y consume al menos la mitad de esa importación a nivel nacional”, indica el instituto Australian Wool Innovation (AWI).
La otra mitad se exporta en forma de productos textiles a mercados, fundamentalmente en el hemisferio norte, que siguen retraídos y en baja temporada “hasta que las ventas de invierno del hemisferio norte proporcionen ventas en volumen”.