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noviembre 21, 2024

The Economist se suma a los cuestionamientos contra la carne vacuna

Por Eduardo Blasina

En su última edición la super prestigiosa publicación inglesa la emprende contra la carne vacuna desde dos ángulos diferentes. Por un lado reclama que se lo trate como si fuera carbón, es decir que se lo grave por sus emisiones comparándolo con algo peor que el petróleo y por otro lado dedicando su informe trimestral de tecnologías a las alternativas a la carne.

El informe completo (disponible para suscriptores) se puede encontrar en

https://www.economist.com/graphic-detail/2021/10/02/treating-beef-like-coal-would-make-a-big-dent-in-greenhouse-gas-emissions

Se titula: tratando a la carne como si fuera carbono generaría una fuerte caída en las emisiones de gases de efecto invernadero. De acuerdo a The Econnomist, dos artículos publicados este año en la revista Nature Food encuentran que los alimentos, especialmente la carne vacuna, crean más gases de efecto invernadero de lo que se pensaba anteriormente. “Renunciar a los bifes puede ser una de las formas más eficientes de reducir su huella climática”, propone la publicación.

El reporte continúa explicando que en 2019, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU estimó que el sistema alimentario mundial era responsable del 21% al 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En marzo, investigadores de la Comisión Europea y la Oficina de Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) publicaron un estudio con una estimación central cerca de la parte superior de este rango. Atribuyó el 34% de los gases de efecto invernadero producidos en 2015 a los alimentos.

Las mediciones que presentó The Economist

Las emisiones por rubro: carne vacuna primero, arroz segundo leche tercero y ovinos alto también en la lista. Todo un desafío para Uruguay, el metano.

Según The Economist, esta cuenta incluye las emisiones después de la venta de los alimentos (por ejemplo, de los desechos y la cocción); y cuenta cultivos no alimentarios como el algodón. Pero incluso cuando los autores excluyeron las emisiones incrustadas de fuentes como el transporte y el embalaje, encontraron que la agricultura generaba el 24% de los gases de efecto invernadero. Según el Instituto de Recursos Mundiales (World Resoource Institute), explica The Economist, los automóviles, trenes, barcos y aviones producen un total del 16%.

The Economist cita otro artículo reciente, de Xiaoming Xu de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign y ocho coautores, que mide este impacto entre 171 cultivos y 16 productos animales. Encuentra que los alimentos de origen animal representan el 57% de las emisiones del sector alimentario y agrícola, frente al 29% de los alimentos de origen vegetal. Combinado con los resultados del estudio anterior, esto implica que el ganado produce el 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En comparación con otras fuentes de alimentos, la carne de vacuno es excepcionalmente intensiva en carbono, opina The Economist. Debido a que el ganado emite metano y necesita extensos pastizales que a menudo se crean a través de la deforestación, producen siete veces más GEI´s por caloría de carne que los cerdos, y alrededor del 40% más que los camarones de cultivo. Esto hace que la carne de res sea un valor atípico más grande entre los alimentos que el carbón entre las fuentes de electricidad: la quema de carbón genera solo un 14% más de gases de efecto invernadero que la quema de petróleo, otro combustible común.

Estas cifras pueden subestimar los beneficios ambientales de reducir la población de ganado. El metano se disipa relativamente rápido, lo que significa que las emisiones bovinas pasadas pronto dejarán de calentar el planeta si esos animales son reemplazados.

The Economist entonces se la juega por las carnes cultivadas. Indica que “convencer a los carnívoros de que renuncien a sus hamburguesas es una tarea difícil. Afortunadamente, las carnes cultivadas en laboratorio se están trasladando de las placas de Petri a los restaurantes de alta gama (consulte Technology Quarterly). Es difícil imaginar prescindir de la carne de res de ganado vivo, pero lo mismo sucedía con el carbón hace 100 años. La carne cultivada podría desempeñar un papel fundamental para evitar una catástrofe climática.

El sector cárnico está en su mejor momento. Pero también en un momento de riesgos  como nunca se han visto antes, desde la percepción del público al muy veloz cambio tecnológico que permite que carnes cultivadas llegar a la mesa, hoy en los países más desarrollados a un precio muy alto. Pero en una perspectiva de mediano y largo plazo Uruguay tiene que persistir en los criterios ecológicos para construir una competitividad de largo aliento que presente a la ganadería uruguaya como ambientalmente excelente, tanto por la biodiversidad del campo natural como por esfuerzos que hay que desarrollar para minimizar las emisiones que realiza. Cuando The Economist se la juega en una dirección, hay que poner las barbas en remojo.

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