Productores ganaderos en Indonesia compran vacunas para proteger a sus rebaños de la propagación de la fiebre aftosa, el primer brote en 40 años en un país que erradicó la enfermedad en 1986 y fue declarado libre de aftosa sin vacunación en 1990.
En la última semana se reportaron al menos 100.000 nuevos casos de la infección y ya suman 300.000 desde mayo, en 21 de las 37 provincias del archipiélago. La propagación de la enfermedad encendió las alarmas en la vecina Australia que reforzó sus ya estrictos procesos de bioseguridad para los viajes entre ambos países.
Si bien el gobierno de Indonesia comenzó a implementar un programa de vacunación –con apoyo de Australia- que encontró dificultades logísticas para su distribución en el archipiélago, varios ganaderos han optado por no esperar y comprar vacunas ellos mismos además de aplicar otras medidas sanitarias en sus establecimientos.
El gobierno de Indonesia optó por no sacrificar ganado a gran escala –una de las estratégicas más efectivas para contener la propagación-debido a la insuficiencia de fondos para compensar a los productores por la pérdida de ganado.
Como resultado, solo fueron sacrificados unos 3.000 animales en algunas partes de Indonesia, como Bali, y muchas provincias se centran en la vacunación y otras medidas, como el tratamiento con antibióticos.
Deddy Kurniawan, director de la Asociación Veterinaria de Indonesia de Java Oriental, dijo que el problema más serio es que las exportaciones de productos animales se han detenido mientras continúa el brote, lo que podría afectar a toda la industria agrícola si los países se niegan a importar más y más productos por temor a que puedan estar contaminados.
“La enfermedad puede propagarse potencialmente a través de productos agrícolas, trabajadores, maquinaria y transporte, todo lo cual podría afectar las exportaciones, por lo que el impacto de este virus podría ser extremadamente generalizado”, dijo.
En base a Al Jazeera