Hasta fines de este año más de 25 frigoríficos de Argentina están generando la información de la producción primaria de los campos y empresas ganaderas que los abastecen de ganado, con el propósito de analizar su huella de carbono y obtener un certificado de Declaración Ambiental de Producto (EPD, Environmental Product Declaration, en inglés).
Estos estudios forman parte del programa “Determinación de impactos ambientales de la carne bovina conforme al sistema de Declaración Ambiental de Producto”, que desde marzo desarrollan el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
“La idea es que para fin de 2023 ya tengamos finalizados los estudios de huella. Así, a fin de 2023 o comienzos de 2024, ya tendrán su certificado EPD”
El frigorífico Logros de Río Segundo, provincia de Córdoba, fue el pionero en el camino de certificar internacionalmente su huella de carbono. Luego de dos años de estudios consiguió el EPD otorgado por un organismo de certificación sueco. En el proceso obtuvo tres premios en Argentina, a la innovación y la excelencia agropecuaria.
“El detonante para este estudio fue un mayorista de Alemania que hace tres años nos avisó que dejaría de comprarnos porque sus clientes no acepaban alimentos que no mostraran el costo ambiental de producirlos”, dijo el gerente de Logros, José María Roca, a Valor Carne.
El frigorífico midió la huella ambiental de la carne desde la producción del novillo en Santiago del Estero y sus dos proveedores de ganado más relevantes –en campos de Córdoba y Entre Ríos- hasta la llegada del producto a los mayoristas en Europa, EEUU y Chile e incluso las emisiones que genera la cocción de la carne.
En sus campos de Santiago del Estero cría y recría en monte natural y pasturas y termina novillos de 450 a 570 kilos en sistema pastoril o en feedlot.
Los estudios para determinar la huella de carbono implican el análisis de numerosos parámetros: la huella del agua (toda el agua que se emplea para la producción a campo, en el frigorífico y en la cadena de frío); la acidificación potencial (la emisión de ciertos gases que producen acidificación en la atmosfera o en el agua); la eutrofización (la emisión de ciertos efluentes que generan un agotamiento del oxígeno en el agua), la emisión de gases que interfieren en la capa de ozono y el agotamiento de recursos (este último punto contempla a los combustibles fósiles empleados en la producción y a otros recursos extraídos de la naturaleza como el acero, el hierro o el cobre).
Se sigue un protocolo para relevar los indicadores determinado por el Panel de Cambio Climático de la ONU (IPCC).
“El principal punto crítico de emisiones para lograr un kilo de carne es el propio animal, que genera entre el 80% y el 90% de las emisiones de metano. Y como hablamos de huella de carbono, hay que tener en cuenta que un kilo de metano equivale a 30 kilos de dióxido de carbono”, señaló Rodolfo Bongiovanni, ingeniero del INTA y coordinador de la Plataforma Huellas Ambientales, entrevistado por el portal Bichos de Campo..
Cada kilo de peso vivo emite diez kilos de dióxido de carbono equivalente (CO2). Para compensar las emisiones de producir 100 kilos de carne por hectárea por año es necesario secuestrar una tonelada de CO2 por hectárea por año mediante pasturas y árboles.
Una cosa es medir la huella de carbono y otra es la neutralidad de carbono (la compensación del total de emisiones del proceso).
En el proceso de Logros se concluyó que la huella de carbono es de 30 kilos por cada kilo de carne producida, de los que se secuestran a campo unos 11 kilos, por lo que la mitigación es de 35%.
“Si bien es cierto que no llegan a la carbono neutralidad, están demostrando ser una empresa que mide y que compensa una parte de sus emisiones, y que están por ende en un camino de mitigarlas”, dijo el ingeniero del INTA.
Esa experiencia desarrollada entre 2020 y 2022 fue la referencia para el proceso que están iniciando decenas de industrias.
“Que esto ya está incentivando a otros frigoríficos es un hecho, porque es la nueva forma que existe para capturar valor y generar riqueza”, dice Bongiovanni. “Pero lo cierto es que son sistemas de estudio voluntarios. Y en país como el nuestro, donde estamos peleando por el precio del asado, no es prioridad que la carne sea carbono neutro. Por el contrario, estaremos buscando la mejor relación precio-calidad y cuanto más barato sea el asado, mejor”.
El investigador hizo un relevamiento a nivel internacional con sitios web que venden carne, “y un kilo de bife de chorizo normal, comparado a uno que tiene certificación de huella de carbono pasa de 40 dólares a 80. Si bien no puede ser tomado como parámetro general es relevante”. En Argentina el sello Huella Natural, que es de la Alianza del Pastizal, se vende en cadenas de supermercados con una diferencia de precio del 15%, destinada a un consumidor premium.