La tercera primavera de bajante en el río Paraná está a la vuelta de la esquina, con una situación de sequía hidrológica que no se registraba desde 1944 según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que está estudiando -en articulación con el sector público y privado- los impactos productivos y ambientales, así como las perspectivas meteorológicas.
“La Cuenca del Paraná es un sistema complejo –represas, humedales, planicies aluviales, lagunas, delta– y de mucha extensión territorial. La normalización de su régimen hidrológico llevará tiempo y dependerá de la regularización de las lluvias”, explicó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA.
Se esperan lluvias moderadas en lo que queda de agosto en la cuenca del río Iguazú, pero las lluvias en la cuenca alta, “se activarían luego del periodo invernal a partir de septiembre”, estimó Mercuri: “dependemos de su magnitud y frecuencia durante la primavera para visualizar el escenario futuro más probable”.
Emergencia hídrica
Los más probable, según el director del CIRN del INTA, es que “convivamos con la situación de emergencia que genera la bajante durante los próximos meses de este año”.
Siete provincias se encuentran en estado de emergencia hídrica por los próximos 180 días: Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires.
“Lo que ocurre en el Paraná y en otros grandes ríos del planeta (sea por excesos o déficit extremo) es un indicador de la gran problemática que el cambio global y climático genera sobre el elemento agua”, afirmó Mercuri.
Los impactos son más pronunciados y prolongados que los provocados por las variaciones climáticas interanuales.
Costos logísticos
A los graves problemas de logística portuaria que están afectando la exportación -los barcos que zarpan de Rosario están cargando entre 18% y 25% menos de lo normal debido a la poca profundidad del agua del río- se suman impactos productivos en la cuenca arrocera, la apicultura, la acuicultura y la pesca, la ganadería de islas, bajos y áreas de ribera, los riesgos de incendios de pastizales y la afectación a la dinámica de los humedales, entre otros.
Las exportaciones de granos desde el complejo portuario del Paraná estarán afectadas hasta el año 2022, generando costos logísticos adicionales para embarcar o completar cargas en los puertos atlánticos de Necochea y Bahía Blanca.
En base a INTA y Reuters