Por Eduardo Blasina
Pocos momentos más difíciles que estos para la producción ovina. Los precios de la lana aún la fina, no están. Los precios de los corderos en los niveles más bajos en años.
Y sin embargo se puede hablar con productores como esta mañana con Omar Grassi que siguen apostando al mejoramiento genético, a afinar la lana, aumentar tamaño corporal, hacer todo prolijo. Y combinarlo con pastoreos racionales que van mejorando el tapiz, que permiten la aparición de especies valiosas que no estaban, y sentir el placer de ver año tras año un tapiz de pastizales nativos que va mejorando.
Las euforias de mercado se ven cada vez más lejos. Y tal vez sean la señal de que hay que observar en otras direcciones. La mejora continua, la cultura de un suelo y así un campo cada vez mejor, la alta productividad con bajo costo, y algún día ojalá demostrar que se captura carbono y cobrar por ello. China ya no tiene magia, la magia la tienen que hacer las lombrices, los coleópteros, las leguminosas, los Paspalum.
Algo que da la satisfacción de dejar un campo y un mundo mejor a las generaciones que vienen.