Por Eduardo Blasina
El precio de los productos del agro uruguayo atraviesa una nueva fiesta, un período excepcionalmente favorable como el que tuvo -aunque con altibajos en aquel entonces- entre 2008 y 2012. La guerra conmueve al mercado de trigo y maíz, y por esa vía al de carne y leche.
Lo mismo pasa con el girasol, una oferta importante exportable de aceite y harina que queda sin salir al mercado internacional.
Ahora vendrá la oleada de costos y estos subirán. Indefectiblemente, petróleo, gas y fertilizantes irán fuertemente en alza. Y es una suba que es en parte coyuntural, pero en otra parte estructural. Los fertilizantes sintéticos serán cada vez más caros en su precio y en su efecto sobre la atmósfera.
La bosta, a veces usada como un insulto, para menospreciar algo diciendo que es «una bosta» dará un salto en su valor. Fertilizante con nitrógeno, potasio, fósforo otros minerales y billones de microorgaismos que dan vida al suelo.
Proliferarán los corrales, y Uruguay tendrá que pensar como aprovecha un fertilizante maravilloso, que recién a través de algunos proyectos -.camas calientes, manejo de efluentes- está empezando a valorizar. Por cambio climático y por geopolítica, su hora está llegando. La economía circular en este siglo le ganará a la lineal. La bosta no llegará al río, se usará como un fertilizante premium una vez que se resuelva la logística de su aplicación.