Pablo Carrasco indicó no tener un problema económico sino moral en su primera aparición pública a través de una emisión por youtube, la primera desde el inicio de la cesación de pagos de Conexión Ganadera.
De esa intervención y de la que realizó el contador Ricardo Giovio.
«No me voy a ningún lado porque yo soy el 50% de Conexión Ganadera» empezó diciendo el director de la empresa, que presumiblemente es en otro 50% propiedad de la familia Basso.
«Por lo tanto soy responsable y con una responsabilidad asumida y total frente a los inversores y a la justicia, no me saco esa responsabilidad sin importar mis funciones en la empresa».
«Con Gustavo, mi socio, tuvimos un acuerdo tácito durante 25 años en que yo era el hombre del terreno, de los campos que crecieron hasta 75.000 hectáreas, como de la construcción de una marca de carne (Stradivarius). Él tenía una habilidad comercial indiscutible y el manejo de las finanzas al punto de que a mí no me interesaban demasiado y ni siquiera tenía acceso al día de hoy a alguna cuenta de Conexión Ganadera».
En cuanto a la salida, Carrasco planteó «un gran remate de nuestra ganadería» o «una liquidación inteligente» que permita vender «cada animal en su mejor momento». Y una tercera posibilidad en que la empresa tiene su mayor valor por tener todos los eslabones de la cadena si encontrara «un socio que necesite 20 mil toneladas de carne por año o dos millones de toneladas de carbono secuestrado».
Luego anunció que «dejaría el pellejo» para que se llegara a la «mejor solución posible». Prometió seguir informando con toda frecuencia.
«Yo no tengo un problema económico sino moral y es el haber estado perjudicando a la empresa -a los inversores- y eso es lo único que me desvela»
Luego en la presentación el contador Ricardo Giovio detalló que la empresa tiene un desfasaje del orden de US$ 230 millones, pero que el sistema de información es malo. «La información es mala para todos lados». Se cayó la empresa más grande del país en un rubro y es la crisis más grande desde la bancaria, agregó.
Propuso pagar solo la operativa. Paguen los cheques y los sueldos, que se sostenga la operativa hasta que llegue un síndico, caja tiene que haber. Indicó que Pablo Carrasco se comprometió a que «la operativa se iba a mantener».
Luego dijo a los ahorristas que «ustedes son los dueños ahora, lo que pase con esta empresa lo deciden ustedes. Va a haber una batalla legal entre los que tienen ganado y los que no tienen», anticipó. Adelantó un problema sobre «de quién son los ganados» y planteó la posibilidad de que los acreedores tomen el control de una empresa con US$ 150 millones de activos que en un plazo de ocho o 10 años pueda recuperar el pasivo.
Explicó que el concurso da un manto para poder negociar y que la responsabilidad de la empresa es «allanarse». Entendió que es mejor un acuerdo entre privados que una liquidación, pero que quienes tengan su ganado están en su derecho de ir a una liquidación.
Ratificó que la empresa maneja un pasivo de US$ 400 millones y no tiene deuda bancaria y que la empresa sin haber empezado como un esquema Ponzi terminó siendo un esquema Ponzi.
Los datos son imprecisos dada la celeridad necesaria, aclaró, y fue a una información medular, los activos de la empresa.
Un activo de campos de US$ 13 millones, un activo de ganado de US$ 100 millones, créditos a cobrar de frigoríficos de US$ 45 millones. En total activos por US$ 158 millones. De esos US$ 100 millones, US$ 90 millones están en Hernandarias, la empresa de Pablo Carrasco y Ana Iewdiukov, los otros US$ 10 millones son de «tomadores externos».
Y de esa información surge que frigorífico Casa Blanca debe US$ 27,7 millones a Conexión Ganadera de los US$ 45 millones que Conexión tiene para cobrar de industrias que el contador confirmó ante la empresa frigorífica. Otra parte de esos créditos con la industria corresponden mayoritariamente a Bamidal (el frigorífico que era propiedad de Gustavo Basso) y una parte pequeña en el Frigorífico Solís.
El frigorífico Bamidal fue valuado en US$ 15,7 millones, «un frigorífico que está en su punto de equilibrio y que está en plenas reformas». Finalmente mostró cuentas a cobrar en Frigorífico Solís por US$ 1,9 millones.
Se refirió a otros activos como «peanuts» es decir maníes, algo casi irrelevante. La marca Stradivarius valuada en US$ 580.000, un stock de carne por US$ 50.000. Las exportaciones a EEUU resultaron ser poco relevantes (US$ 10.000 por mes «con toda la furia»).
Probablemente ese sea uno de los negocios que no salió como se esperaba dado que en lo mostrado por el contador aparecía una inversión de marca de US$ 3,12 millones. «Se usa plata en cosas que no son ganados» dijo al referirse a este tema.
La esperanza de los narcos
Luego llegó la hora del pasivo con los ahorristas: US$ 384 millones en 4.200 inversores. Pero ahí lanzó un comentario al que calificó como «alguna buena noticia puede surgir» en el sentido de ahorristas grandes que no reclamen sus ahorros. Cabe suponer que ese sería el caso de aportantes de dineros «no legales».
De lo actuado por el contador surgió que el escritorio Basso debe a bancos US$ 9 millones. Por lo que el escritorio no haría un aporte a eventuales activos. Al no reclamar algunos ahorristas grandes es posible que el pasivo baje.
Advirtió que la discrecionalidad con que se manejaban los fondos es un problema y que debía haber más dinero en ganado de acuerdo a lo acordado con los ahorristas.