Un 2024 radicalmente distinto a 2023
Por Eduardo Blasina
Es posible que los datos de faena de 2024 no difieran mayormente de los de 2023 y lo mismo suceda con los de stock, que puede tener un leve descenso. Este año será el de notar en las estadísticas oficiales un parición algo menor la primavera pasada como consecuencia de la sequía, así como una mayor salida de ganado en pie y una mayor faena de vacas. Un efecto amortiguado pero igual relevante de la sequía. Compensado por una buena parición en el segundo semestre 2024 que se expresará en una buena oferta de terneros en 2025.
Basta ver los mapas de disponibilidad de agua de INIA GRAS en nuestra sección clima para entender el contraste. Así empezó el 2023
Un primer cambio es que caben esperar precios firmes por los terneros en el otoño, por una oferta moderada, un buen panorama forrajero y todo hace suponer un panorama estable para el novillo que puede estar entre US$ 3,40 y US$ 3,50.
Si no ocurre un imprevisto sanitario, o geopolítico (por ejemplo una invasión de China a Taiwan), esas referencias tienen lógica. Es el precio del novillo en San Pablo, es el precio que se deduce de colocar la carne a US$ 4.000 por tonelada.
Aunque ese escenario, es bastante mejora al de 2023, lo más positivo seguramente vuelva a estar para la cría, que desde hace ya un buen tiempo se ha convertido en el segmento más firme y estable de la ganadería, un cambio histórico fundamental de los últimos 20 años. Esto es así porque habrá una disponibilidad de alimentos importante, forraje y granos.
La reactivación de los corrales será una de las grandes variantes de 2024. De funcionar en la incertidumbre y con un precio de maíz a más de US$ 300 la tonelada, pasarán a operar con precios estables no brillantes pero con un costo de grano de menos de US$ 200 por tonelada. Como es muy probable que haya una alta disponibilidad de forraje, fardos verdeos y praderas además del grano y las raciones accesibles, eso debe determinar un precio muy firme por las categorías de reposición. El premio para el vendedor tendrá que ser importante. Esa disponibilidad de alimentos debe llevar a que siga el aumento en el peso de faena y a un cierto crecimiento de la faena.
El 2024 debe ser el año de curar las heridas de la sequía definitivamente y lanzar a la ganadería a un crecimiento en la segunda mitad de la década. Una muy buena parición, una mayor reposición de vaquillonas, posiblemente el avance en créditos de carbono o biodiversidad en la segunda mitad de esta década y ojalá un esfuerzo más claro por diferenciar a la carne uruguaya libre de deforestación y con las menores emisiones posibles compensadas por montes nativos o cultivados son un camino claro para intentar pasar de los US$ 4.000 a los US$ 5.000 por tonelada exportada.
El 2023 fue de más a menos productivamente y en materia de mercados, hay una buena chance de que como viene siendo desde fines de noviembre el 2024 siga yendo de menos, a más.
Este año empieza de color verde esperanza. Si hay agua hay vida y hay producción.
El mercado internacional
Brasil seguirá siendo una locomotora importante, un competidor de temer, pero probablemente tendrá una moneda fuerte y un aumento en el consumo interno que en algo limitarán su potencial como exportador.
En el mundo habrá aspectos importantes a observar. Australia seguirá con una faena alta en 2024 y poniendo así un techo a los precios internacionales. Colocó 25% más carne en 2023 que en 2022 en China y así debe seguir siendo un participante importante. También Brasil pone un techo bastante estructural a los precios.
Como parcial contrapartida, EEUU seguirá con niveles muy bajos de producción y por lo tanto será un firme importador y un exportador debilitado, sus ventas a China han bajado como al resto de Asia y capta parte de los excedentes de Australia.
Los precios de exportación los vemos equilibrados a levemente crecientes, pero probablemente está en curso un sinceramiento en la transmisión de esos precios al ganado gordo.