Mientras en el mundo se habla de la caída de las materias primas, en el remate de Lote 21 los precios alternaron entre la estabilidad y la firmeza incluso marcando algún récord significativo, como el de las vacas preñadas, que tuvieron el mayor precio de la historia de Lote. Las lluvias aliviaron temores productivos, y la ganadería mostró que no hay contagio desde otros mercados.
El precio promedio de los terneros (US$ 2,91) tuvo un pequeño ajuste a la baja desde los US$ 2,93 del remate anterior, pero se mantiene 30% en dólares por encima de los precios del año pasado.
Las bajas fueron minoría. Ya el precio de los novillos de uno a dos mostró una suba (de US$ 2,68 pasaron a US$ 2,72) en tanto los de dos a tres años pasaron de US$ 2,55 a US$ 2,62. En machos se premiaron los negocios más próximos. En hembras, todo subió.
Las vacas de invernada subieron tres centavos, de US$ 2,09 a US$ 2,12. Pero más significativo fue el aumento en los vientres. La confianza en el largo plazo de la ganadería está intacta.
Pero factiblemente el precio más destacado fue el de la vaca preñada que hizo un récord en US$ 929, que no tiene antecedentes y que consolida el tercer remate con promedio por encima de US$ 900.
También fue interesante el precio de las piezas de cría que volvieron a quedar por encima de los US$ 500, al pasar a US$ 509 desde los US$ 487,5 del promedio anterior.
Todas las categorías de hembras subieron respecto al remate de junio, y en la comparación con los precios de un año atrás la referencia de las vacas preñadas está 41% arriba en dólares. La apuesta ganadera está más firme que nunca.