La ganadería ha transitado en 2021 el mejor año de su historia, con los competidores trabados, China con toda la avidez por comprar, la ilusión de mediano plazo de concretar el libre comercio a China y tal vez otros países de Asia, que ya están ávidos por el producto uruguayo. Pero además es el año en el que se concretó el mayor precio de exportación de la historia y con el mayor precio del ganado gordo que se haya registrado.
Si lo anterior fuera poco, el clima colabora. La primavera tuvo en setiembre y octubre buenas lluvias.
Entonces, ¿dónde están los riesgos? ¿Es que puede pasar algo que pinche el globo?
En un momento excepcional por las oportunidades que siembra, ¿a qué hay que estar atento para sostener lo más posible este momento excepcional?
El aterrizaje por mayor oferta
Es factible pensar que en 2022 habrá una corrección de precios por una mayor competencia. Brasil volverá al mercado en algún momento, Australia también tiene precios récord y sus productores están apostando fuerte a aumentar la producción. Argentina no se autolimitará por siempre.
Pero el crecimiento de la producción previsto en estos países competidores, es menor al crecimiento previsto en el consumo de China. En 2022 entonces el mercado estará lejos de tener un abastecimiento importante. Además en China bajará la producción de carne de cerdo, que mantendrá precios altos, arrastrando a la carne vacuna.
En el balance, el crecimiento del trío Argentina, Brasil, Australia, emparda la demanda incremental de China, que es del orden de 300 mil toneladas.
El mercado internacional estará equilibrado, pero altos precios generan más oferta, es decir que el remedio a los altos precios son los propios altos precios. En particular Brasil y Australia crecerán. China absorbe ese crecimiento y hay que ver si tiene interés en comprarle a su rival geopolítico australiano.
Este factor puede ser de peso en 2023 porque probablemente ya la demanda de China no crezca tan fuerte y la oferta de Brasil y Australia seguirán creciendo.
El riesgo climático de corto y largo plazo
Enfrentar a La Niña
Las sequías y las olas de calor son eventos cada vez más frecuentes. También lo serán las inundaciones cuando el Pacífico levante temperatura y pase a situación Niño. Pero ahora lo que está por delante es el segundo año Niña. Eso genera siempre incertidumbre sobre todos los rubros de producción. El riesgo de incendios forestales, de repetir rendimientos bajos en soja o en un entore de resultados magros está presente. Pero con un buen setiembre y un buen octubre la producción forrajera de esta primavera no será del todo mal.
Amortiguando el riesgo, setiembre y octubre han permitido acumular agua en el perfil del suelo.
La suba de costos
La crisis energética llega para quedarse y como un dominó se traslada a muchos aspectos vinculados a la producción: fletes y fertilizantes las dos principales. Ese es un costo alto que llega para quedarse. Factiblemente también se mantenga en niveles mayores a los históricos el precio de los granos. Pero la ganadería pastoril de bajo uso de insumos tienen todas las de ganar. Pastoreo rotativo, alambrados eléctricos, paneles solares. Hay sistemas ganaderos que parecen bien adaptados a una lógica de suba de costos.
Suba de oferta local
Un riesgo que parece lejano. La extracción de este año hará que como máximo pueda sostenerse. Es un riesgo que está lejos tras la extracción de este año.
La competencia por la tierra será cada vez más fuerte, tanto con la forestación como con la agricultura. Aún en su mejor momento, la ganadería pierde área. Las condiciones están dadas para que sea a través de la eficiencia que se logre un nuevo salto productivo. Ese partido se está empezando a jugar en estos días de elección de reproductores y preparación del entore más estimulante que se haya visto.
El gran riesgo: el clima de largo plazo provoca una baja en el consumo.
En Gran Bretaña el consumo de carne cayó 17% en los últimos diez años. El estudio, publicado en la prestigiosa revista The Lancet es una luz amarilla más, en cuanto a los efectos que la ganadería tiene (o al menos el público percibe que los tiene) sobre el calentamiento global, el gran problema que debe resolver la humanidad en los próximos diez años. No es solo una tendencia británica, es también de la Unión Europea y particularmente de los consumidores más jóvenes. En el gráfico de 8 millones de toneladas año va rumbo a 6 millones.
Ver el estudio
https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(21)00228-X/fulltext
O la nota periodística al respecto
https://www.bbc.com/news/science-environment-58831636
Puede pensarse que China es el gran comprador y Europa no importa. Para 2023 Uruguay ya tendría avanzadas las negociaciones comerciales con China que pueden mejorar el precio que llega a la industria y los productores a través de un proceso de reducciones arancelarias. Si a eso se agregara posteriormente un acuerdo con los demás países de la cuenca del Pacífico, la perspectiva comercial se consolidaría aún más.
Queda el riesgo de fondo, el vinculado a las emisiones de metano y su efecto en el clima. La reestructuración global en torno al clima está generando sobrecostos brutales en los fertilizantes, los combustibles y los fletes. Pero eso no opaca una situación excepcional, especialmente para los que son eficientes productores en base a pasturas, y si son naturales con sistema centrados más en el manejo que en los insumos, mayor se hace la diferencia.
La ganadería uruguaya tiene que mostrar sus credenciales ambientales al mundo para proteger la legitimidad del producto. La neutralidad en términos de emisiones de gases de efecto invernadero debe alcanzarse para 2050 y ese objetivo debe ser parte de las estrategias que junto a la apertura de mercados consoliden el gran momento ganadero para volverlo algo estructural.
Porque hay otro riesgo cierto; quienes emitan pagarán impuestos por ello. The Economist propone que la carne sea tratada de igual manera que el carbón, algo que para Uruguay y su ganadería puede ser muy grave.