Supongamos que estamos en un momento de cierta excepcionalidad de precios. Hay una baja oferta en EEUU, hay una barrera impuesta a la carne brasileña, precios tan altos no pueden sostenerse, por la razón que sea, adoptemos una lógica cautelosa.
Luego supongamos que los US$ 4,50 como precio del novillo gordo y sus referencias resultantes, nos resultan satisfactorias, o aceptables. En un escenario de gradual caída de precios, ¿en qué momento diríamos en una penca que el novillo se recuesta sobre US$ 4,50?
¿Puede sostenerse 12 meses más sobre esa referencia y eventualmente perforarla en noviembre de 2026?
Si nuestro razonamiento es que por escasez de oferta y por firmeza de demanda el novillo se mantiene por encima de esa referencia durante 14 meses, ¿que decisiones empresariales tomamos?
Y si los precios por encima de esa referencia persistieran por más tiempo, ¿qué implica eso para una empresa ganadera? Pensemos que a la actual restricción de oferta de EEUU se sumará la de Brasil que está exportando a todo ritmo pero achicando el rodeo. Y pensemos que Uruguay está extrayendo todo lo posible, tanto por faena como por exportación en pie. La oferta interna será limitada por un período importante, tal vez hasta mediados de 2027, más allá de que los corrales acelerarán los procesos y la faena seguirá en aumento.
En mi penca un novillo de US$ 4,50 resiste 12 meses más porque el precio de exportación debe sostenerse arriba de US$ 4.800 y la competencia para hacerse de hacienda seguirá durante más de un año.
Salvo una disrupción política o sanitaria, la penca del novillo gordo por encima de US$ 4,50 por más de 12 meses parece ser la más probable.