Desde los meses más críticos de la pandemia de Covid-19 el precio de la lana no bajaba en forma tan abrupta como en la última semana, afectado por los temores de recesión económica internacional y la escasa demanda de los mercados europeos y de China.
En la última semana alcanzó un nuevo mínimo para los últimos dos años con el Indicador de Mercados del Este (IME) cotizando a US$ 8,12 el kilo base limpia, una caída semanal de 4,8%.
En la primera semana de marzo de 2020, cuando irrumpió la pandemia, había perdido US$ 1,2 de un día para otro: más de 13% de su valor. En junio del mismo año sufrió una caída de 50 centavos de una jornada a otra.
En el desplome de la última semana se combinó la baja del precio del mercado –especialmente en las lanas más finas- y el debilitamiento de la moneda australiana a su menor valor en tres años: 0,64 frente al dólar. El dólar australiano acumula una caída de 7% en el último mes y esta semana abrió a 0,65.
Aunque esto representa una posición más competitiva para los productos australianos de exportación, el nivel de precios no conforma a los proveedores. Se ve reflejado en la reducción de los volúmenes ofertados en la última semana y la tenue colocación de los fardos en el mercado, por debajo del 85%.
La demanda es limitada, con mayor interés en lanas finas, de menos de 19 micras, aunque en un rango de precios que no es convalidado por los productores.
A nivel local los negocios son escasos y la demanda se concentra en las lanas finas.