En un mundo sitiado por el coronavirus la producción y el comercio mundial de carne vacuna están en jaque. La oferta está amenazada, la demanda a su vez está disminuida. Pero a niveles que no parecen mostrar más que una caída fuerte en el segundo trimestre seguida por una recuperación en el segundo semestre.
En el balance global lo que se esperaba fuera un año de fuerte crecimiento en las importaciones pasará a ser de una leve retracción en el comercio. Desde las 8,8 millones de toneladas importadas el año pasado se proyectaba al comienzo de este año un salto a 9,7 millones que no ocurrirá. Las compras bajarán en 100.000 toneladas, a 8,7 millones.
El consumo de China sigue creciendo pero a menores tasas. Del mismo modo, las importaciones de este año serán mayores a las de 2019 ya que pasan de 2,2 a 2,5 millones de toneladas. Pero también en este caso las proyecciones al comienzo del año eran mayores, se esperaba que China importara 2,9 millones de toneladas.
El gran factor para China sigue siendo el otro virus, el de la Fiebre Africana que sigue diezmando a su población de cerdos. La población de cerdos que el año pasado totalizaba 428 millones se estimaba en enero en 335 millones para este año y en el reporte divulgado esta semana la estimación se llevó a 310 millones. Por lo tanto las importaciones de carne de cerdo siguen también en alza. Los chinos siguen desabastecidos en lo que refiere a su producción interna. La producción de carne de cerdo cae 20 millones de toneladas en dos años. De 54 a 34 millones de toneladas. Ese hueco es muy difícil de cubrir. La producción de carne vacuna de China crece en unas 200 mil toneladas, insuficiente para cubrir la oferta no cubierta.
Básicamente la proyección es de una interrupción de corto plazo. Pero con un impacto sí más significativo en las compras de la Unión Europea que bajarían a 310.000 toneladas, que son las que más duelen por su importancia para Uruguay. Un ajuste de 13% respecto a lo esperado a comienzos de año y un 9% por debajo que las compras de 2019.