El escenario de fuerte escasez de ganado en EEUU, que ha impulsado los precios internos, puede profundizarse todavía más.
Después de años de precios bajos, graves sequías y costos crecientes que obligaron a los productores a enviar más hembras a faena, que arrastraron el stock ganadero hacia mínimos desde 1961, ahora, con el nuevo gobierno, la posibilidad de nuevos aranceles y una reforma migratoria podría limitar aún más la oferta.
“Todas las cosas de las que habla tienen potenciales consecuencias negativas más que positivas”, dijo a Bloomberg Derrell Peel, profesor de economía agrícola en la Universidad Estatal de Oklahoma, sobre las promesas políticas de Donald Trump.
El combo de altas tasas de interés, altos precios de la ración, endeudamiento de los productores, mal tiempo y una preferencia cambiante de los consumidores hacia el pollo más barato han sido grandes desafíos para el sector productivo.
Los productores han acelerado la faena de vaquillonas, demasiado como para reconstruir el stock de terneros necesarios para la reconstrucción del rodeo.
La escasez de ganado vacuno se ha vuelto tan aguda que algunos productores de leche están criando terneros cruza de carne y leche para producción de carne.
La recuperación llegaría a partir de 2027
Se esperaba que el ciclo de liquidación no durara tanto. En febrero pasado, el USDA proyectó que el inventario de ganado comenzaría a reconstruirse a partir de 2025. Ahora dice que la recuperación no comenzará de manera significativa hasta 2027, con un trasfondo de alto endeudamiento y pobres condiciones forrajeras que hacen demasiado riesgoso para los productores invertir.
A pesar de que la industria de la carne vacuna de EEUU ha registrado períodos de crecimiento en las últimas décadas, el stock ganadero ha caído casi un 40% desde el pico de 1975. Desde 2020 el rodeo se ha reducido al mayor ritmo registrado desde la gran crisis agrícola de 1980.
En el caso de la carne vacuna, “no hay señales claras de intención sostenida de reconstrucción del rodeo”, dijo Donnie King, director ejecutivo de Tyson Foods Inc. (TSN), el pasado 12 de noviembre.
Y luego está Trump. Aunque es muy popular en el sector agropecuario (ganó la votación en todos los principales estados ganaderos), su prometida reforma migratoria y sus aranceles añaden otra cuota de incertidumbre.
Los aranceles son un comodín. La dependencia de las importaciones de carne para satisfacer la demanda interna de carne picada y hamburguesas ha ido en aumento. En 2024, las importaciones de carne vacuna por parte de EEUU sumarán alrededor de 2 millones de toneladas, un nuevo récord. La carne importada representa ahora más del 15% del consumo interno, también un máximo histórico.
Si Trump implementara nuevos aranceles para frenar el flujo de carne vacuna importada, podría dar a los ganaderos estadounidenses un salvavidas, dijo Bill Bullard, director ejecutivo de R-CALF USA.
Pero lo que es bueno para los ganaderos a largo plazo no apaciguará a los consumidores en el corto plazo.
Aunque menores importaciones podrían incentivar a los productores a reinvertir en sus rebaños, hasta que eso suceda, los estadounidenses que votaron por Trump por su promesa de reducir los precios de los productos básicos del hogar se sentirán decepcionados.
Los precios más altos de la carne vacuna sólo acelerarán el cambio hacia otras proteínas, como ya se viene dando.
En base a Bloomberg