El ingeniero Esteban Montes estimó hoy en la Expo Prado que la carga ganadera, tras el fuerte aumento de la población vacuna del último año agrícola, ya está en 0,91 unidades ganaderas por hectárea. Bastante más de las 0,8 Unidades ganaderas promedio histórico. Y es una carga que seguirá en aumento durante los próximos doce meses y tal vez hasta adentrado el 2022. Hay un récord de vacas de cría y una apuesta a producir más terneros que no se frenará en el corto plazo.
Esta alta carga muestra por un lado el cambio tecnológico que se sigue procesando en la ganadería a través de las mejoras en la alimentación al rodeo por siembra de pasturas, uso de raciones y manejo del pastoreo. Pero también plantea desafíos importantes.
Cuatro escenarios por delante
El aumento tan fuerte en la carga ganadera podría afectar negativamente a la producción de forraje. Por un lado se genera un bucle de retroalimentación positiva en la población vacuna, más vacas de cría, más terneras y vaquillonas, más rodeo de cría, y de nuevo más crías. Pero en contrapartida, podría entrarse en un espiral negativo en pasturas: sobre carga ganadera, menor producción de pasto, más sobrecarga ganadera. Algo que ante cualquier adversidad climática puede generar una salida obligada de ganado.
Se abren así cuatro escenarios para la ganadería de esta década.
El escenario más favorable es que la demanda permita regular la carga a través de más compras tal como pasó en el segundo semestre de 2019. La irrupción de vacunas efectivas que lleven a un aumento del consumo de carne en restaurantes y hoteles que den la señal a los frigoríficos de aumentar la faena sosteniendo los precios.
El segundo escenario es más riesgoso. El alto precio del ternero y el bajo precio de la lana pueden llevar a que los productores se desprendan de los ovinos para hacer lugar a los vacunos.
Otra posibilidad es que la relación lanar vacuno no se altere pero que se produzca o una sequía en el verano o una restricción de pasturas en el invierno 2021 o 2022 que genere un ajuste en la población de vacunos.
Finalmente otra posibilidad más optimista es que haya una persistencia de cambio tecnológico con más pasturas sembradas y uso de granos que permitan llevar a que la carga de equilibro de Uruguay se mueva a un nuevo equilibrio, establemente por encima de las 0,90 unidades ganaderas por hectárea. Para ello se necesitan precios estables y firmes, lo que puede derivar de una mejora en la economía mundial o en la mejora de Uruguay en el acceso a los mercados, algo que se ha reclamado insistentemente en estos días.
El uso creciente de granos en la producción animal es una variable clave para que este crecimiento sea sostenido. Pero allí hay otro desafío, porque así como las exportaciones en pie a Turquía lucen inciertas, en el caso del cupo 481, que canaliza la mayoría de las exportaciones de carne producida en sus últimos 100 días a grano, se sabe serán cada vez menores. Los acuerdos entre la Unión Europea y EEUU determinan un recorte a partir del año próximo en la cuota para estas carnes.